top of page
Foto del escritorSonrisas del Cañaveral

Pánico a la estantería central

Actualizado: 6 ene 2024




Eran las 8:30 de la mañana y al encenderlas, las pantallas de mi oficina de farmacia comenzaron a escribir mensajes indescriptibles. Donde hasta ahora había aparecido información sencilla que entendíamos fuera de utilidad para quienes nos visitaban, ahora no dejaban de mostrar información de lo más complejo y, desde luego, de poca utilidad para el público en general.


Mi agobio iba en aumento, y menos mal que desde el inicio de esa extraña información no había entrado nadie a la farmacia. Salí a la calle y la pantalla del exterior mostraba la misma información, en el mostrador igual y en la robótica igual.


Allí aparecían textos con párrafos completos de la farmacopea, los apartados de los BOE con las sucesivas regulaciones de las oficinas de farmacia, la del 41, del 57, del 78, del 96, las de las diferentes comunidades autónomas, ... Alternativamente se sucedían imágenes de botánica farmacéutica con sus plantas, hongos y algas perfectamente fotografiados o dibujados a plumilla. Cada siete u ocho ilustraciones se colaba una reproducción de escritos sellados con pólizas unos y papel de pagos al estado.


Mi agobio inicial se iba convirtiendo en una angustia paralizante que me impedía al menos intentar averiguar qué estaba sucediendo. En un instante las imágenes fueron sustituidas por unos textos que reproducían preguntas de farmacognosia: Seleccione las respuestas correctas: 1) la aloína y los cascarósidos son C-heterósidos, 2) las oxantronas son un producto intermedio entre las antraquinonas y los antranoles, 3) la apiosa es un azúcar que se encuentra en la Rhamnus frangula. Tras la farmacognosia siguieron el resto de asignaturas de toda la licenciatura.


Cuando mi cabeza estaba a punto de estallar, la pantalla se tornó azul y en letras blancas brillantes apareció el mensaje:


La Inteligencia Artificial le da los buenos días!


Al mismo tiempo de cada uno de los monitores salía un sonido ensordecedor que decía y repetía una y otra vez:


"Buenos días mamá"


Entonces sentí como me zarandeaban por los hombros. Cerré los ojos pensando que era el final.


Cuando volví a abrirlos vi el rostro de mi hijo Álvaro que me sujetaba por los hombros con cara de circunstancias y diciéndome:

Mamá, casi me da un soponcio, te debiste quedar dormida anoche y al entrar oí tu voz que venía de la rebotica recitando fármacos antidiabéticos orales:

Sulfonilureas: Glibenclamida, Glipizida, Gliclazida, Gliquidona, Glimepirida, …

- Me he asustado mucho hasta que te he encontrado aquí, sentada inclinada hacia adelante, dormida con la cabeza apoyada en los brazos sobre el escritorio.

Te debiste quedar dormida anoche, rendida por el cansancio y debías de tener una pesadilla.

- ¡Horroroso, ha sido horroroso! Esto me va a matar a mi. He sufrido un vía crucis farmacéutico completo y al final una Inteligencia Artificial me examinaba de todas y cada una de las asignaturas de la carrera.

- Pues ya pasó, tomate este cafelito y como nueva.

Antes de tomármelo salí al despacho y a la calle y comprobé que en las pantallas se visualizaba la información habitual.

Sin embargo, un escalofrío me atravesó desde los pies a la cabeza cuando advertí que las leyendas de todos los inocentes botes de la estantería situada en el centro de la zona de atención al público, incluían las letras “ia”.

Ahora, cada vez que hago el trayecto desde la entrada a la rebotica y vuelta, me separo todo lo que puedo de los dichosos botes y su inquietante leyenda: “IA”

LPL

Enero24

19 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page